Una de las cosas más
curiosas del Pop Art es, que a pesar de ser una corriente artística que en
definitiva intenta acercar el arte a la realidad social del momento, gran parte
del populacho no entiende o no ve qué tienen de especial todas las obras de
arte de este movimiento que, ciertamente, lo único que hacen es reflejar
nuestra propia forma de vida. Son como un espejo de la realidad, aunque a veces
no es fácil verse reflejado en él.
Uno de los mejores
ejemplos que refleja ese cometido de “espejo de la realidad” del Pop Art son
algunas de las obras realizadas por Duane Hanson (1925-1996), un escultor americano de
Minnesota. Las obras de este artista son conocidas por ser representaciones
realistas de maniquíes o muñecos en resina de poliéster, que se asemejan a
personas realizando actividades de la vida cotidiana en las que todos nosotros
no vemos envueltos continuamente, como salir a hacer la compra o relajarse en
el sofá de casa.
Housewife, Duane Hanson (1969)
Hanson representa a la
clase burguesa en su faceta más consumista y vulgar, con personajes sin un gran
atractivo físico, despreocupados y descuidados. ¿Son una crítica? Sin duda. Pero
lo más destacado es que su crítica no es ácida, sino sincera, representando
escenas hiperrealistas, en las que uno no puede evitar verse reflejado. Si
hubiese realizado figuras de cuerpos estilizados, perfectos y atractivos,
probablemente su mensaje no habría funcionado. Son obras de arte que no
representan la realidad, sino que la invaden. Se podrían poner varias de estas
esculturas en supermercados o por la propia calle y pasarían completamente
desapercibidas entre la multitud. Si existen algunas obras de arte que reflejen
esencial y claramente el papel del Pop Art, son éstas.
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