viernes, 11 de octubre de 2013

ARTE EN EL RETIRO

Práctica subida por Pablo Castillo Domínguez

En esta entrada haremos un breve comentario sobre tres de los numerosos ejemplos arquitectónicos que se pueden encontrar en los Jardines del Retiro.

FUENTE DE LA ALCACHOFA
Esta fuente se encuentra situada en la Plaza de la República de Honduras. Está fechada de finales del siglo XVIII, probablemente entre 1770 y 1780. Su diseño se debe a Ventura Rodríguez, mientras que de su realización se ocuparon los escultores Alfonso Giraldo Bergaz, Antonio Primo y José Rodríguez.
Originariamente fue construida para ordenar urbanísticamente la zona oriental de Madrid, dentro de las obras de construcción del Salón del Prado, un proyecto que fue aprobado por el Rey Carlos III. Sin embargo, en torno a 1880 la fuente fue traslada a los Jardines del Retiro para facilitar la fluidez del tráfico del recinto en el que se hallaba (actualmente la Plaza del Emperador Carlos III), y desde entonces ha permanecido allí como una de las fuentes más emblemáticas del parque.

Creo que resulta curioso resaltar que, aunque Ventura Rodríguez llevó una trayectoria artística bastante neoclásica, esta fue una de sus obras con más clara influencia barroca: seres marinos (un tritón y una nereida, ambos sujetando un escudo de Madrid) adornos vegetales y efectos de agua grabados en el material de la fuente, que le dan una esencia original y tan fresca como el agua que sale de ella.


ESTATUA DE DOÑA URRACA
Esta estatua está situada en el Paseo de la Argentina, conocido popularmente como Paseo de las Estatuas, precisamente porque a ambos lados del mismo se sitúan una serie de estatuas de monarcas españoles. Estas estatuas fueron originariamente diseñadas para decorar la cornisa del Palacio Real, entre los siglos XVII y XVIII. Son varios los autores que las realizaron, siempre bajo la dirección de los escultores de la Corte del momento, Juan Domingo Olivieri y Felipe de Castro. Sin embargo, tras la llegada de Carlos III, las estatuas fueron retiradas del Palacio Real y se distribuyeron por distintas zonas de la ciudad de Madrid, y una de esas zonas fue el Retiro, que recibió 13 de esas estatuas.
Todas las estatuas hacen el paseo bastante solemne, tal y como debe ser andar entre estatuas de reyes de distintas épocas. Pero la estatua que representa a Doña Urraca fue la que más me llamó la atención, no sólo porque es una de las pocas monarcas españolas representadas (la historia de España está llena de reyes, pero también de reinas y no deben pasar inadvertidas), sino porque muestra una gran entereza, mirando desafiante hacia el frente, hacia la nada, y sin dar muestras de desvanecerse, lo cual resulta bastante admirable, teniendo en cuenta que Urraca no tuvo ni una vida ni un reinado fáciles.


MONUMENTO A SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL
Se encuentra en el Paseo de Venezuela. Su autoría se debe al escultor Victorio Macho, y fue inaugurado en el año 1926, el 24 de abril, para conmemorar en vida a Ramón y Cajal, una de las mayores figuras científicas que España tuvo en el siglo XX.
Si he escogido este ejemplo escultural es porque su concepción resulta muy original y porque capta a la perfección la labor médica que ejerció Cajal durante toda su vida. O mejor dicho, capta la vida de Cajal, que fue la labor médica. Él, en el centro, vestido con manto como si de una de las grandes figuras clásicas se tratase; detrás, dos fuentes que cierran el monumento y con dos relieves cuadrangulares, la Fons Vitae y la Fons Mortis, la vida y la muerte, la felicidad y la melancolía, hechos y sentimientos a los que Cajal tuvo que enfrentarse no sólo como persona sino como médico. Cerrando el conjunto, entre las dos fuentes, una estatua de una mujer, que podría tratarse de Minerva, la diosa de sabiduría. Porta una corona de laurel, dispuesta a entregársela a Cajal, como si de un vencedor y un victorioso se tratase, y efectivamente así podría definirse a esta gran figura española.



Práctica subida por Ana Belén Fúnez Curiel

El ángel caído
Realizada en 1877 por el escultor Ricardo Bellver. El pedestal sobre el que se poya fue hecho por Francisco Jareño y se inauguró oficialmente en 1885. Como esto es más un análisis de la escultura no voy a hablar sobre el pedestal
Antes que nada observemos la vida del autor. Ricardo Bellever (1845-1924) fue un escultor español nacido en Madrid. Podríamos decir que el amor por el arte lo heredó de su padre Francisco Bellever, el cual también fue escultor. Estudió en la academia de bellas artes de san Fernando y más tarde pudo ir a estudiar a  la Academia Española de Bellas Artes de Roma, donde tres años después de su estancia allí realizaría la estatua del ángel caído y se convertiría en su obra más conocida.  Se mostró en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid donde ganó el primer puesto y por eso llevaron una copia en bronce a la expo de París (la original está hecha de caliza, bronce y hierro)
El autor hizo esta obra basándose en unos versos de “el paraíso perdido” (1667) de John Milton. Esta obra trata sobre el pecado original que cometieron Adán y Eva  y que hizo que cayesen en desgracia. En cuanto a la parte que corresponde a Satanás dice que se rebeló contra el poder de Dios ya que pensaba que éste estaba sosteniendo una monarquía injusta y que los ángeles debían tener los mismos derechos que dios, por eso organiza una revuelta, para que los ángeles tuviesen libertad.
La escultura en sí refleja el odio que siente Lucifer al mirar al cielo, la amargura de la derrota y la tristeza de haber caído.
La escultura pasó  a formar parte de la colección del museo del prado y por petición popular se decidió colocarlo en un lugar público y eligieron un espacio libre en los jardines del retiro.
No es la única estatua dedicada a este tema, pero tiene una curiosidad importante y es que está situada a 666 metros de latitud sobre el mar (cosa normal ya que la capital está más o menos a esa altura por lo general, pero este dato ha dado bastante que hablar


Diana cazadora

Lo primero que sorprende de esta estatua es su emplazamiento, pues no está a la vista como el resto de las estatuas, sino que la han situado en una isla artificial rodeada de vegetación. No podría ser de otra manera ya que esta figura es una de las misteriosas de todo el parque. No hay datos históricos sobre ella y se piensa que podría formar parte de la colección real cuando aún poseían el parque, la verdad es que la encontraron en medio de la maleza y le faltaban partes como el brazo y los dedos, pero en 1994 los restauraron.
La estatua está hecha de piedra caliza y porta a su espalda su típico carcaj con flechas, pues por eso se la conoce como la diosa cazadora, junto a ella hay un perro (parte del cortejo de animales que la acompañaban) y a sus pies yace un ciervo el cual se supone que es Acteón, un joven cazador que vió a la diosa bañarse desnuda en el río y cuando ésta se dio cuenta le transformó en ciervo e hizo que sus sabuesos le diesen caza.
Al ser la diosa de la caza y de la naturaleza está colocada en un sitio idóneo pues rodeada de vegetación nos transmite la idea de cómo debía ser la diosa en sus cacerías por el bosque

Hércules y el león de Nemea

Esta obra en un principio no estaba destinada a estar en el parque, sino que iba a estar o bien en el palacio de Oriente o adornando una casa regia. Como muchas de las esculturas del retiro fue encargada entre el siglo XVII  y XVIII
Según cuenta la leyenda uno de los doce trabajos de Hércules consistía en matar al león de Nemea, una criatura enorme con una fuerza descomunal que para más inri tenía la piel dura como el acero, lo que lo hacía imposible que se le pudiese matar con espadas. Como era imposible matarlo con los métodos convencionales, a Hércules no le quedó más remedio que estrangular a la bestia metiendo su mano por el gaznate. Como también tenía que conseguir la piel usó las propias garras del león para cortarla y con ella se hizo su armadura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario